Una tragedia silenciosa azota a la comunidad de Termales, en el corazón de Nuquí, mientras el gobierno nacional brilla por su ausencia. Jhon Jaramillo Pandales, personero del municipio, no duda en denunciar la falta de atención y apoyo en medio de la devastación que enfrentan los habitantes de este corregimiento.
Desde hace más de una semana, Termales se sumerge en el caos y la desesperación. Los ríos Termales y Aguas Calientes, luchando contra las mareas del Pacífico, han arrasado con parte de la comunidad, devorando diez viviendas, una cancha de fútbol, redes sanitarias y eléctricas, así como valiosas cabañas turísticas. La iglesia y otras estructuras están al borde del colapso, mientras la amenaza de la naturaleza se cierne sobre la población.
La respuesta de la alcaldía ha sido limitada, suministrando apenas costales y palas. La comunidad ha levantado un muro de defensa improvisado, pero la incertidumbre persiste, temiendo que la fuerza de las olas rompa cualquier barrera y destruya lo que queda del corregimiento.
Se clama por ayuda urgente del gobierno departamental y nacional. Se requieren no solo alimentos, sino también elementos de infraestructura como espolones, terraplenes, espigones y diques para contener la furia del mar y proteger a los habitantes de Termales.
La situación no es exclusiva de Termales; otros corregimientos de Nuquí, como Partadó, Panguí, Jurubirá y Arusí, también sufren los embates de la erosión costera. Este fenómeno no distingue entre comunidades, afectando a casi todas las poblaciones chocoanas del Pacífico.
Es urgente tomar medidas de prevención en toda la costa pacífica del Chocó para evitar una catástrofe mayor. La voz del pueblo es clara: la ayuda debe llegar ahora, antes de que sea demasiado tarde y Termales quede sumergido bajo el agua. La negligencia del gobierno no puede ser el destino de esta comunidad.