Por: David Córdoba -Dacova-
No se equivocó la vida, ni tampoco nosotros. Todo cambió cuando quisimos parecernos a otros y, en el proceso, dejamos de ser quienes éramos.
Los ríos no serían tan bonitos si no fuera por nosotros; la selva es exuberante gracias a nosotros. La paz en la que vivíamos era una construcción nuestra. Pero todo se alteró cuando llegaron otros, afectaron el equilibrio y nos enseñaron a tomar de la tierra más de lo que ella nos daba. Irrespetamos sus tiempos, nos alejamos del ritmo de la naturaleza y pensamos solo en la otra riqueza: la del consumo.
Así, descuidamos nuestro verdadero tesoro y abandonamos la buena vida: la paz, la tranquilidad y el bienestar.
Podíamos dejar la ventana abierta a cualquier hora y visitábamos a los amigos con frecuencia, compartiendo de casa en casa. Éramos una comunidad donde las cosas eran comunes. Con la llegada de ese otro estilo de vida, sin embargo, se impuso el individualismo: yo primero, yo segundo y yo tercero. Es urgente que traigamos ese buen pasado al presente.
Nuestro problema es de desconexión, perdimos el polo a tierra. Cambiamos nuestro sistema de protección porque sembraron en nosotros un deseo insaciable de insatisfacción, de sentirnos perpetuamente incompletos.
“Hemos sido secuestrados por un imaginario de pobreza. Lo paradójico es que somos ricos”.
Nos olvidamos de lo bello y lo natural para abrazar lo artificial. Cambiamos la alegría por la tristeza, la riqueza por la pobreza, la paz por la intranquilidad y la vida por la muerte. Dejamos de respetar los procesos y ahora buscamos atajos, olvidando que todo en la vida obedece a una causa y un efecto.
Hemos puesto el foco en lo que no es fundamental y entramos en el modelo del asistencialismo. Nos hicieron creer que todo nos falta y les hemos creído, haciéndonos las víctimas para no asumir nuestras responsabilidades. Por eso repetimos estos patrones de fracaso. Es hora de dejar las excusas.
Lo paradójico es que todo lo teníamos. Este es nuestro hogar y lo estamos perdiendo. Es hora de recordar y recuperar las piezas de nuestro rompecabezas.
Finalizo, pero no concluyo. Afectaron nuestra cosmovisión, nuestra construcción ideológica. “Nos han hecho creer que es normal vivir mal”; nos transformaron de ricos y sabios a pobres e ignorantes.
¿Es este el legado que queremos dejar?