En un municipio donde llueve más de 300 días al año, tomar agua potable no era un derecho… era un sueño pendiente. Pero hoy, ese sueño por fin se hizo realidad para más de 400 estudiantes de la Institución Educativa Superior Normal Demetrio Salazar, y para 4.000 personas más de la comunidad.

Gracias a una planta potabilizadora comunitaria que convierte el agua lluvia en agua segura para beber, Tadó escribe una nueva historia de dignidad, salud y esperanza. Atrás quedaron los días de hervir agua en casa o enfermarse por consumir agua sin tratar. Hoy, abrir un grifo y beber sin miedo es una revolución cotidiana.

Esta iniciativa fue posible gracias al trabajo conjunto de Coca-Cola Colombia, la Fundación Coca-Cola, la Fundación costarricense Aliarse y Solidaridad por Colombia, y fue liderada desde la comunidad por Etty Cecilia Parra, egresada del colegio y ahora protagonista del cambio.

 “Esto no es solo una obra. Es una lección de amor por la vida”, dijo emocionada la rectora Eudecelina Ramírez. “Ahora nuestros niños no solo estudian mejor, también aprenden a cuidar el agua, a valorar lo que tienen y a soñar en grande”.

La planta, además de proveer agua limpia, se ha convertido en una herramienta educativa: enseña sobre sostenibilidad, cuidado ambiental y empoderamiento comunitario. En un territorio donde el 93 % de las escuelas no tienen agua potable, esta experiencia es un ejemplo que merece multiplicarse.

El reto ahora es claro: llevar este modelo a otros barrios y municipios del Chocó, porque ningún niño debería ir al colegio sin poder tomar un vaso de agua limpia.

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