Más de tres meses han transcurrido desde que el evento catastrófico del creciente súbito del Río Baudó y deslizamientos de tierra afectó severamente a los municipios del Alto y Medio Baudó, dejando un saldo devastador de pérdidas humanas y materiales. A pesar de la magnitud de la emergencia, las comunidades continúan esperando respuesta por parte de las autoridades nacionales.
El desbordamiento del Río Baudó y sus afluentes, ocurrido el pasado 11 de marzo, cobró la vida de dos menores de edad de la comunidad indígena de Antadó y dejó a cerca de 10 mil familias damnificadas. Las consecuencias incluyen la destrucción de viviendas, cultivos, animales, electrodomésticos, enseres y afectaciones a instituciones educativas, así como a centros de atención a la niñez y adultos mayores en la región.
«Es alarmante que, a más de tres meses de la tragedia, las comunidades del Alto y Medio Baudó no hayan recibido la ayuda humanitaria necesaria para comenzar a reconstruir sus vidas», expresó un vocero local. «Mientras tanto, observamos con sorpresa cómo el gobierno nacional actuó de manera inmediata en Juradó, tras una emergencia similar ocurrida recientemente».
El contraste en la respuesta a las emergencias ha generado descontento entre los afectados, quienes claman por atención urgente y apoyo integral por parte del gobierno nacional, departamental y municipal. La falta de acción ha profundizado la desesperación de las familias que enfrentan condiciones cada vez más precarias en medio de la crisis.
Desde este medio de comunicación (EB), nos unimos al llamado de las comunidades afectadas, instando a las autoridades competentes a movilizar recursos y coordinar esfuerzos para brindar asistencia humanitaria efectiva y garantizar la recuperación de las zonas afectadas por el desastre natural en el Alto y Medio Baudó.